Romeria De La Virgen Del Castro
Se trata de una romería consistente en el traslado procesional de la imagen de la “La Virgen del Castro” desde su Santuario enclavado en un otero que domina amplias panorámicas de las vegas del río Peces, río Duerna y tras zonas hasta la catedral de Astorga y nueve días después se traslada en sentido inverso, de Astorga al Santuario, situado en la localidad de Castrotierra de la Valduerna del municipio de Riego de la Vega, provincia de León, trayecto que pasa primero por la vega del Duerna y luego avanza en medio de un paradisiaco monte bajo, básicamente de encinas. El trazado también es denominado “Calzada del Obispo” coincidente en parte con la Vía de la Plata.
En Castrotierra de la Valduerna se encontrará ante el castro que corona una emita solitaria, rodeada de una noble pared de piedra. Es uno de los puntos mágicos de León, tal vez entroncado con las civilizaciones precristianas y cultos a dioses y elementos vinculados a la naturaleza. La Virgen de Castrotierra es la Diosa leonesa de la lluvia, reina del santuario mariano, que trae a una amplia feligresía de toda la región.
La vinculación de esta advocación de Castrotierra hacia la lluvia se remonta a tiempos de la historia profunda; algunos citan los orígenes en época de Santo Toribio, obispo de Astorga, en los días de las invasiones bárbaras, en un mundo astur aún a medio cristianizar.
Es el año 1557 el que nos ofrece la primera noticia histórica sobre la peregrinación a Astorga, según constaba en el archivo del Cabildo de Astorga.
En 1592-93 vuelve a salir la Virgen de Castrotierra según figura en el
archivo de la Cofradía del Corpus. Todos estos datos y los gastos que acarrea dicha peregrinación son recogidos por Matías Rodríguez en la Historia de la muy noble, leal y benemérita ciudad de Astorga, Astorga, 1909, pág. 282.
El viaje es épico. Las gentes sencillas caminan, entre rezos y flamear de decenas de “pendones”, a lo largo de cerca de veinte kilómetros, por rutas que se entroncan en los días de Roma.
La grandeza de esta manifestación religiosa y popular es inmensa, y la fe de los campesinos en que esta reina de la lluvia aplaque la sed de los campos también.
Si la ida es grandiosa, la vuelta, nueve días más tarde, no deja de serlo, y termina con fiestas y bailes de pendones en el viejo castro de la Edad del Hierro.
En los alrededores del santuario y las zonas próximas mas propicias, las gentes se reúnen ese día de romería para sentarse a comer animadamente sobre las praderas. Todo el castro se llena de puestos de venta de todo tipo de productos tradicionales.
Es un mundo Astur que está ahí cerca, bajo la epidermis de nuestra civilización, y que debe mantenerse.
Ahora, cada siete años, antes si la sequía es intensa, o por año especialmente señalado por la Iglesia, los “Procuradores de la Tierra”, representantes de concejos del territorio (laicos-representantes de trece pueblos de las tierras secanas de la comarca) deciden, por votación mayoritaria, el momento en el que la Virgen va de peregrinación hacia Astorga para recibir culto solemne durante nueve días en la catedral, en romería multitudinaria. A esta decisión democrática de los pueblos más afectados por las sequías la llaman “votar la Virgen”. La celebración, salida de la Virgen, tiene que ser siempre en el mes de Mayo, no obstante, el regreso desde Astorga puede coincidir en el mes de Mayo o Junio.
Esta romería, en la que toman parte alrededor de cincuenta pueblos de la zona, con sus flamantes “pendones”, y a la que suelen asistir más de veinte mil fieles, en una procesión que llena no menos de tres kilómetros por caminos de monte y por la carretera nacional N-Vl, constituye un brillante acto religioso tanto en sus peregrinaciones de ida y vuelta al santuario, como durante los días en que recibe solemne culto en la Catedral de Astorga.
Los Pendones
En todo este traslado, la Virgen del Castro es acompañada por los “Pendones”, enseñas tradicionales centenarias, singulares estandartes de toda la provincia, de amplias dimensiones, confeccionados con paños de seda —de damasco o terciopelo- (tela fuerte con dibujos formados con el tejido), algunos muy antiguos, de aproximadamente 4,5 o 5 metros de alto y poco menos de ancho, tienen colores diversos, uno o varios, dispuestos en franjas horizontales, hasta diez, con un corte a la mitad y terminado en dos puntas.
La forma de los Pendones Leoneses es casi rectangular con un corte central, siendo en la mayoría, la punta superior de mayor tamaño que la inferior.
Fueron usados antiguamente como bandera, estandarte o insignia de la milicia, para distinguir los regimientos, batallones, etc.
Las guerras medievales no contaban con ejércitos organizados y el rey, los nobles y eclesiásticos o los concejos formaban las llamadas “mesnadas” tropas que servían temporalmente.
Podríamos deducir que los actuales pendones leoneses por su origen y funciones perecen descendientes directos de aquellos pendones usados en las mesnadas medievales en la guerra de la reconquista, puesto que los documentos mas antiguos sobre los pendones son de esta época.
Una vez terminadas las cruzadas y las guerras, los pendones perdieron su connotación militar y pasaron a ser un símbolo civil. Se les instala una cruz metálica en el extremo superior, convirtiéndose en elementos religiosos, y reduciéndose su función a encabezar las procesiones y celebraciones religiosas de la localidad.
Antiguamente todos los pueblos de la provincia tenían su pendón, muchos desaparecieron con el paso del los años y otros se guardaron en iglesias.
En la actualidad, estamos asistiendo al resurgir de los pendones, con numerosas actuaciones de restauración y conservación de sus telas y varas.
Representan a cada una de las múltiples localidades que tienen el privilegio de contar con tales divisas, (signos de identidad) y rodeados porlas personas de cada pueblo, procesionan en línea, delante del paso que porta a la Virgen.
El orden en que los pendones de las diversas localidades procesionan, está establecido tradicionalmente de manera rigurosa, y tal peregrinación supone un espectáculo de color, tradición y luz en manos de los leoneses.
Según el libro escrito por Alejandro Valderas, son una de las muestras más significativas del patrimonio popular leones. Existen en la provincia 1.250 pendones, desde Sahagún hasta el Bierzo, de los que 250 están en mal estado, todo ello según los promotores de la Asociación “Los Pendones del Reino de León” y tienen un gran respaldo y apoyo a través de la Excma. Diputación Provincial de León.
Estos “pendones” se instalan en grandes mástiles (“varas del pendón”) de una altura que oscila entre 5 metros hasta 13 metros, y en muchos se encuentra terminada con un ramo de flores. Todo el conjunto pesa entre 30 y 40 kilos y son portados por los “mozos” (pendonistas) de cada localidad mediante unos arneses de cuero (bandoleras o cinchas)) amarrados al cuerpo (hombros y cintura) en donde se inserta la base del mástil del pendón.
También cada pendón dispone de un “viento” (Bordones o Guías), cordón amarrado en lo alto del mástil asido por otra persona que auxilia al pendonista y se sitúa en dirección al viento, y que ayuda al equilibrio del pendón y guía de la tela del pendón cuando la da en viento, estos bordones son portados por los llamados “remadores”.
Es de considerar que dada la altura de la vara del pendón, de las dimensiones de la tela, del peso del conjunto y la brisa y en muchos casos el viento, hace difícil el portar el pendón en la dirección procesional, para lo cual los pendonistas hacen gala de gran destreza.
Existen también las llamadas “pendonetas” que son pendones de pequeñas dimensiones, que suele ir delante de los pendones, y que portan los menores.
Los pendones son guardados o en la iglesia o en al “casa del pueblo” de cada localidad y bajo la custodia de cada Junta Vecinal.
Sus antecedentes históricos se remontan a la Edad Media, cuando se ¡ntrodujo por vez primera en España la heráldica. Los reyes de León fueron los primeros en usar un signo y un color distintivo, y como consecuencia de estas iniciativas simbólicas, cada pueblo propició su enseña representativa.
En definitiva, la ROMERIA DE LA VIRGEN DEL CASTRO es de un gran arraigo popular, no solo en la zona sino en toda la provincia y región, tradición con un fuerte atractivo turístico.
Es de tener en cuenta que en los últimos años se ha ido produciendo un aumento, cada vez mayor, de afluencia de personas de muchos lugares, y cada vez es mayor el interés que despierta este gran evento popular y religioso.